El cuerpo no miente

lunes, noviembre 22, 2021 | Arte


La observación de las variadas facetas del comportamiento humano y del accionar de las personas en su cotidianeidad es mi principal fuente de inspiración en la creación de estas esculturas de pequeño formato.

Me atrae poner en evidencia aspectos que, muchas veces, guardamos para nuestra intimidad (miedos, inseguridades, debilidades, permeabilidades). “Satirizar” las actitudes físicas y las emociones que se revelan al intentar alcanzar algo percibido como lejano o inaccesible, al realizar acciones –aparentemente – difíciles o al pretender hacernos entender.

Cuando era chico me atraía mucho observar a la gente. Sus movimientos, gestos, costumbres. Al ser tímido e introvertido, esta actividad se volvía casi la única forma de contacto con el otro; mirarlo.

A manera de inventario mental apuntaba las características y rasgos observados en diversos integrantes del barrio, de la ciudad. Colectiveros, mozos, policías, doctores, jubilados en las plazas, compañeros del colegio.

Ya de adulto, mis inquietudes y necesidades expresivas me llevaron a asistir, entre otros, a talleres de pintura, teatro, trabajo corporal, meditación. La libertad en el proceso creativo, el desarrollo del hemisferio cerebral derecho y la importancia del momento presente, fueron nociones y experiencias transitadas en estos espacios que, con el cuerpo humano como faro, nutrieron mi camino en las artes visuales.

Aquellas primeras figuras, inicialmente pintadas, empezaron a transformarse en relieves y esculturas, cambiando su impronta neoexpresionista por un volumétrico realismo o suerte de trompe-l’œil tridimensional. Sin embargo, ellas se seguían mostrando casi siempre en relación con el bastidor, saliendo o entrando en él e interviniéndolo de alguna manera.   

Hasta que un día, estos personajes dejaron de preocuparse por “ser uno con“(el bastidor/la tela) cambiando de actitud y de escala. Como si aquel niño atento volviese a querer relacionarse con y mediante lo observado. Me dirigí entonces hacia la búsqueda de la expresividad, ya no solo de aquellos variopintos seres de la vida cotidiana, sino también del ser humano en un sentido universal manifestándose en cuerpos que proponen, desde su desproporcionalidad y destellos hiperrealistas una -parafraseando a Carlos Castaneda- “realidad no ordinaria”. Una otra realidad más lúdica, más grotescamente expresiva.

“El cuerpo no miente”, solía decir mi maestro de teatro Carlos Gandolfo y precisaba: “La cabeza puede engañar, mentir, especular, en cambio el cuerpo es más sincero; no miente.”

Las cabezas de mis criaturas son muy pequeñas, como si tendieran a desaparecer para enfatizar las máximas tensiones en sus posturas y extremidades.

Más emocionales que cerebrales, ellas se expresan mediante sus esfuerzos físicos como pueden. Exhibiéndose sin pudor, generan, tal vez con marcada ingenuidad, un espejo en el cual pueda el espectador mirarse/pensarse a sí mismo (y a los otros) en el reflejo de lo absurdo, de lo imposible, de lo sencillamente humano.

Gerardo Feldstein

2021

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