Con explosivas
yuxtaposiciones, el artista Marco Battaglini enfrenta los principios de la
belleza idealista, personificada en la pintura renacentista, con la moderna
ideología anárquica anti-consumista del graffiti, que defiende el poder
transformador de la desfiguración. Con gran impacto visual, los detalles de las
obras de arte pastiche exponen deliberadamente la división entre estas dos
tendencias estilísticas para enfatizar la superficialidad de nuestra cultura
moderna y el colapso del concepto de arte y cultura como una progresión lineal.
“Siempre me ha gustado el
arte. Soy hijo de artistas y todos mis estudios han sido en el campo de las
Artes: Liceo Artistico en Verona y luego Accademia di Belle Arti en Venecia”,
dice Marco Battaglini, quien se mudó a Costa Rica desde Italia hace unos veinte
años. “Son muchos los movimientos que han influido en mi. Durante mi formación,
me interesé por el surrealismo, seguido del expresionismo abstracto, hasta
llegar al arte conceptual. Creo que mi fascinación por diferentes artistas,
movimientos, conceptos y técnicas ha hecho surgir en mi el deseo de unificar,
de fusionar las diferentes expresiones, estéticas y temporales, en una sola
composición”.
Las «composiciones
individuales» de Marco son marcos enérgicos que pueden contener de todo,
desde antiguos pilares griegos hasta desnudos renacentistas, marcas de lujo
modernas y graffiti urbano. Combinan suavemente el respeto por la tradición con
una tendencia a la rebelión. La belleza del orden y la forma clásicos va de la
mano de una autoexpresión salvaje e independiente. Es como si estas diferentes formas
de creatividad no fueran enemigas, sino amigas, dos caras de la misma moneda.
Ninguna de las dos puede suprimirse ni descuidarse. Ambas deben estar siempre
en exhibición, permitidas y comprometidas.
“Casi todo lo que ves en mi
trabajo ya existe”, explica el artista. “Todo lo que hago es plasmar todos
estos elementos pertenecientes a diferentes épocas, lugares y culturas en una
obra con el objetivo de ampliar el abanico de posibilidades del espectador,
para estimular su imaginación. He llegado a la conclusión que LA IMAGINACIÓN ES
TODO, es el vehículo que nos lleva a donde queremos estar, nos ayuda a crear
nuestra realidad y mi arte quiere ser una manera de expandir la imaginación del
observador, una herramienta para volar más allá de las estructuras lógicas».
Continúa: “Me gustaría involucrar
al publico y llevarlo más allá de lo aparente. Es normal juzgar una obra
neoclásica como algo ‘noble’, ‘refinado’, ‘elegante’ y ‘bello’ y un graffiti en
una pared como algo ‘insignificante’, ‘indecente’, ‘vulgar’ y ‘feo’ … Yo
quiero ser el medio para expandir la percepción de las cosas. A través de la
confrontación-unión de diversas épocas, lugares, culturas, idiomas, formas de
ver la realidad.
“La multiplicidad de
lecturas, que combina graffiti, símbolos vinculados a la cultura occidental y
elementos del pop art en una amalgama armoniosa, nos obliga a repensar los
valores ligados a la realidad en la que vivimos, muestra el impacto que la
sociedad de consumo tiene en nuestra forma de vivir y pensar. No solo somos
consumidores de productos, sino también de imágenes, iconos y simbolizaciones
que forman parte de nuestra cultura. Mi trabajo es una invitación a ver la
realidad «sin anteojeras», desde arriba del bosque, no sumergidos en
un contexto específico con parámetros de análisis limitados. Quiero crear un
choque cultural y semántico con una serie de contrastes que induzcan al espectador
a tomar conciencia de su esencia… y asomarse al potencial de acceder
posibilidades infinitas”.